martes, 11 de noviembre de 2008

Tormentas Eléctricas y Agricultura

Tormentas y agricultura: enemigos inconciliables


Generalmente los daños ocasionados por una tormenta eléctrica al predio no provienen de la incidencia de sus rayos sino del viento y la precipitación torrencial que lleva consigo. Sin embargo, hubo casos en que los rayos dieron alcance a la tierra sin estar precedida por una precipitación. Los bosques son los más susceptibles a recibirlos, puesto que los ápices de los árboles hacen de pararrayos naturales. Eventualmente, los bosques prenden rápida y catastróficamente, debido a la materia inflamable de sus troncos. Lo mismo pasa en frutales de hoja caduca, también leñosos. Contrario pasa en los cultivos herbáceos anuales, como son ricos en agua y no densifican el terreno, el efecto de un rayo es aislado, salvo en el caso de un maíz fenológicamente maduro o cultivos de secano, como los cereales.


Caso nacional de este fenómeno se vio en el incendio de bosques en Malleco-Cautín el año 2002. Aunque las autoridades aseveraban que se produjo antropogénicamente, la CONAF halló la razón del hecho en la incidencia de un rayo seco causado por una tormenta eléctrica, en pleno verano.


Fuera de los rayos, la tormenta genera lluvias nocivas para la agricultura." Además de destruir los cultivos y afectar al suministro alimentario, las tormentas pueden reducir también la calidad y el potencial de producción de la tierra. Las mareas de tempestad pueden inundar zonas costeras con aguas salinas, causando la salinización de tierras agrícolas. Si se produce la marea después de la estación principal de las lluvias, los efectos en los cultivos y los rendimientos son mayores ya que la sal no se diluye rápidamente. Las llanuras costeras y de estuarios situadas en los lugares de paso de los ciclones son en general vulnerables a este fenómeno.


Las inundaciones depositan en las tierras cultivadas una capa de aluvión que puede quemar los cultivos y cambiar la calidad del suelo. Este proceso puede mejorar de hecho la calidad del suelo y los rendimientos en años siguientes. Pero el potencial de producción agrícola puede reducirse si los depósitos son más bien de materia arenosa poco fértil y expuesta a la sequía, o de limos que inicialmente pueden saturarse y resultar inhospitables para las raíces de las plantas y los organismos del suelo. En algunas zonas, la inundación puede arrastrar la buena capa superficial del suelo y dejar expuestas capas menos cultivables.


Los efectos de una tormenta en el suelo dependen de las condiciones climáticas precedentes (humedad del suelo, nivel del agua). Influyen también factores como la topografía y el tipo de suelo, especialmente sus características de profundidad, retención de humedad y capacidad de drenaje. Dependen asimismo del uso de la tierra y de las prácticas de explotación agrícola que influyen en el contenido de materia orgánica y la permeabilidad del suelo. Cuanto más rico y permeable sea el suelo, es menos probable que se lo lleve el agua en una tormenta. Prácticas como la nivelación, la construcción de terrazas, el enlodado, el drenaje y el riego contribuyen a la gestión del flujo del agua y a la retención del suelo durante las tormentas e inundaciones. Se pueden plantar también plantas de raíces profundas, como árboles y arbustos, para dar mayor estabilidad".

De FAO "Reducción de la vulnerabilidad agrícola a las catástrofes relacionadas con las tormentas"

http://www.fao.org/DOCREP/MEETING/003/X9178S.HTM

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